Reencuentro, memorias del pasado...

Sonreí mientras jugaba con el vaso en la mesa. - Puedes hacer lo que quieras. - Sinceramente, me sentí de alguna manera aliviada de escuchar que aquel joven que estaba frente a mi era el mismo que había conocido hacía tanto tiempo. Me maldije por haber sido tan tonta como para creer que me había intentado... lo volteé a ver de nuevo. Me esbozaba una sonrisa, apreté mi vaso mientras me sonrojaba. - ¿Por qué demonios me miras así? ¡Somos...! - Miré a mi alrededor, bajé la mirada. - No soy la primera persona a la que quisieras ver, lo sé.

Odin me vio extrañado, ambos nos recargamos en nuestras sillas. Era verdad, no había manera en que lo negara. No eramos los mismos grandes amigos que eramos de pequeños.

- Vamos, es inevitable sonreir luego de ver a alguien que no veías desde hacía años, al final de tu adolescencia y en la edad que nos encontramos ahora. - le dije mientras me recargaba en la silla y disfrutaba tranquilamente el platillo que el mesero había traído, un plato grande de coctel de camarones con algunos otros animales del mar mezclados a manera de ensalada. Sentía las mejillas un poco entumecidas, seguramente estaba sonrojado al igual que ella, aunque nunca la vi ponerse así de nerviosa, siempre la ví con una voluntad férrea ante los demás.

Procurando desviar mi atención para evitar sonrojarme más le pregunté, intentando guardar compostura - Y... dime ¿qué te trae por aquí? si se puede saber claro está. -

Creo que la pregunta no disipaba nada, sino antes acentuó mi nerviosismo ¿es qué lady Themis me atraía en verdad? lo último que nació antes de dejar de vernos era muy parecido a lo que me pasaba ahora. Simplemente son sentimientos en letargo, que seguramente despertaron de nueva cuenta para hacernos notar que hay cosas que podremos olvidar, pero que nuestro corazón no olvida jamás.

Sacudí un poco la cabeza buscando captar la atención de ella, me estaba quedando en las nubes...

Arqueé una ceja, mientras lo veía. No recordaba que se pusiera así de nervioso... ¡no recordaba que yo me pusiera así de nerviosa, con nadie! - Maldición... - Susurré mientras evadía su mirada. - Estaba molesta por lo que dijo Jordan... supuse que si venía y dejaba que me mataras te sentirías más a gusto...

El chico casi se atragantó al escuchar eso. Sonreí mientras me recargaba en mi mano y lo veía. No entendía muy bien qué sucedía, pero... siempre me había gustado fastidiarlo. Era un placer que no dejaba pasar, inclusive ahora.

- Estarás de broma que quiera matarte, si llegara a pedir algo contra ti sería llevarte conmigo viva a Pella - señalé en respuesta, luego de estarme atragantando no pude pensar mucho, me extrañó lo dicho por ella aunque no era novedad que respondiera así, siempre le gustó divertirse "molestando" con esa clase de cosas, aunque siempre me calló bien de ella.

Sin embargo lo que dije hizo que dejara de verme y mirara para abajo a su izquierda, le volví a ver sonrojarse y hacer una mueca... es evidente que algo nos sucedía a ambos. Me consternó verla así a lo que corregí - digo... a llevarte prisionera a Pella, no es juego... -

Ella empezó a carcajearse, sabía que no podría cumplir lo anterior y que siempre nos hemos llevado bien, no podía creer que aunque ahora que es mi supuesta enemiga y debieramos de tener un odio mortal entre ambos nos estemos tratando como amigos. Pensé entre mi "no es el efecto que quería, pero al menos disipé ese nerviosismo".

Lo miré fijamente. - Odin, ¿sabes la leyenda de la espada Kingeist? - El joven me miró fijamente, no dejé que dijera nada. - Mi padre... me visitó en sueños, me pidió que la completara y que buscara todas las perlas. - Odin me vio incrédulo. Sonreí mientras lo veía. - Sé que los dos soñabamos con llevarla, mi padre se veía tan grande cuando la esgrimaba. Eramos un par de mocosos cuando practicabamos. - El chico sonrió, bajé la mirada. - ¡Quítate esa sonrisa! Recuerdo bien cuánto me costó derrotarte una vez... ¡sólo una vez en mi vida!

Odin soltó una carcajada, me sonrojé completamente. - No... ¡NO TE BURLES! No lo dije para... - Tomé aire mientras desviaba la mirada. - Mi padre me visitó en sueños, Odin... - Sonreí ligeramente. Mi padre había sido como el suyo, lo sabía bien. Odin había sido su alumno, al igual que yo. El cariño que nos tenía a ambos era enorme. - Mi padre... - Tragué saliva mientras apretaba el vaso.

-------------FLASHBACK--------------

Odin y yo entramos a la habitación donde estaban mis padres postrados en cama. Un par de doctores movieron la cabeza mientras unas sirvientas retiraban unas cobijas. Mi padre sonrió al vernos. - Themis... ven acá, pequeña... - Me acerqué a mi padre, el olor del cuarto no me gustaba, nunca supe qué era, pero sabía que estaba mal. Odin se quedó en la puerta. - Themis, quiero que seas fuerte. Mamá y yo... iremos a un lugar mejor... tú debes ser fuerte... llevarás una corona, princesa... el pueblo... el pueblo cuenta contigo...

- ¡No digas tonterías, padre! - Miré a mi madre, respiraba con dificultad. Ambos estaban ojerosos, y pálidos. Tomé la mano de mi padre. - Tú... tú te vas a levantar y el pueblo va a gritar de felicidad, hasta las lagrimas, de verte a ti y a madre... - Mi padre negó con la cabeza.

- Themis, hija, eso no va a suceder... no quiero que te arrepientas... cuando llegue la hora... dale la espada a.... - Mi padre comenzó a toser, un par de sirvientes se acercaron. - Odin... - Mi padre llamó al joven, que esbozaba una sonrisa. - Cuida bien de mi hija...

El chico me vio fijamente, mientras mi padre daba su ultimo aliento...

---------END FLASHBACK-----------

Sonreí mientras veía a Odin. - Me dijo que si completaba la espada, ambos volverían a la vida... - Me limpié un poco los ojos, mientras soltaba una risita - ¿Te imaginas? No... no quería decirte nada porque posiblemente me juzgarías de loca, también supuse que no querrías ayudarme. La guerra fue la mejor manera de conseguirlas, Odin... mi padre... mi padre me lo dijo...

- Odin... mi padre... mi padre me lo dijo... - miraba al vacío mientras ella me relataba eso, todo eso no sonaba del todo lógico porque, iniciar una guerra para conseguir unas perlas... había otro motivo ¿qué era? tendría que pensarlo detenidamente o simplemente, esperar a que el tiempo lo destapara.

Me apantallé recordando aquel sueño que había tenido unos días atrás, recordando la espada Kingeist siendo engullida por las energías oscuras de la otra espada y convirtiéndose en una espada oscura...

Saliendo de mi contemplación la miré limpiarse los ojos, eran lágrimas... el golpe de la muerte de sus padres la dejó gravemente herida en lo sentimental y aún lo resentía, de las pocas veces que le vi llorar esta ha sido una más pero la causa nunca fue diferente. Lo recuerdo desde aquel entonces, le prometí a su padre que cuidaría de ella pero con esta guerra... ¿cómo lo haría? debía impedir que tanto poder encerrado en aquella espada le ocasionara daños a ella misma, así que de querer volver a ver a sus padres lo hará... pero sabiendo a que nos enfrentamos ambos. No la dejaré sola en esto...

Pasamos a retirarnos, caminando lentamente por la calle y sin rumbo. Ella aún se limpiaba los ojos, a lo cual procedí a limpiarle esta vez tomándole el rostro con delicadeza, aunque su reacción...

Sentí como el chico tomaba mi rostro, retrocedí rápidamente. - No me toques... - Me limpié rápidamente los ojos. Odin me vio con una sonrisa. Bajé la cabeza. - Siempre... me ha costado tanto recordar a mis padres... - Sonreí mientras sentía una ligera brisa. Cruce los brazos y lo vi. - Bueno, yo... tengo que volver al castillo. - Sonreí mientras bajaba la mirada. - Aunque... es noche... es posible que me quede un rato en la posada, después... iré por Syn y volveremos al castillo.

El chico sonrió. Me encogí de hombros. - ¿Recuerdas cuando me diste a Syn? - Ambos soltamos una risita. - ¡Ella te odiaba tanto! Era del tamaño de un perrito, y solía atacarte cada vez que te veía. - Odin se veía feliz de recordar eso. - Papá dijo que era normal, porque reconocía a su amo. - Odin me miró fijamente. Me quedé callada. - Apuesto a que ella estaría feliz de verte. - Los dos caminabamos por la calle hasta la posada. - Oh, aquí es donde me quedaré. - Odin me miró extrañado, mientras se rascaba la nuca.

Le miré extrañado rascándome la nuca - no puedo creer que hayas reservado en la misma posada que yo - le dije con una posterior risa. Creo que con poca gente reía así y no con el propósito de ofender, fuera de los asuntos políticos del continente es una linda persona, solamente lastimada por la mala vida en el pasado pero aún así conservaba un poco de si misma... de la Themis que conocí.

Parecía querer quedarse a lo que pregunté precisamente - Oye ¿deseas quedarte? no te detendré... no te preocupes - a lo que ella asintió ligeramente, simplemente no pudo decir nada mientras se retiraba a abrir la puerta de la posada.

-------------FLASHBACK--------------

A mis 7 años platicaba con el padre de Themis, quien entrenaba en un campo arbolado del castillo 3ro de Drama, nos había llevado ahí ya que los soldados entrenados dentro poseían un campo de entrenamiento formidable. Themis estaba recostada en el pasto agitada y cansada cerrando sus ojos, pues había querido cargar la espada de su padre y el le concedió hacerlo, sabiendo que ella no podría debido al peso de la misma; sin embargo se encontraba bien.

- Lord Roland, veo que la espada que usted carga tiene algo especial pero no puedo describir que es - le mencioné mientras cortaba un tronco por la mitad, me llamó en sobremanera la atención con la que el grueso pedazo de madera caía al piso partido en dos y el magnífico filo del arma.
- Es una hoja de diamante, la leyenda dice que fue forjada con la tierra lunar y el aliento flamígero puro del dios Naga. Esta arma posee un poder potencial sin igual, pero como está no es mas que un arma. - me dijo mientras me volteaba a ver hacia abajo y clavaba el arma al blando piso, el rey se veía enorme a comparación de mí... aunque nunca pude comprobar si fue más alto que yo. -Un arma tan importante como esta conlleva una gran responsabilidad, no debe cederse a manos extrañas porque la pueden profanar y con ello profanar los deseos de aquel quien la use creando caos y destrucción. -

No entendí muy bien eso último en aquel entonces, pero el rey prosiguió...

- Pequeño, mira que esta arma se asemeja a muchos de nosotros. El arma no tiene ninguna propiedad en particular mas que su profundo corte y su belleza sin igual, ya que como cualquier diamante puedes ver a través de la hoja y eso le da aún más belleza que cualquiera de las otras armas. El diamante es un componente de joyería, pero también es lo más resistente que puedas encontrar en la naturaleza ya que para cortar un diamante simplemente necesitas de otro diamante, pero esta hoja... esta hoja es indestructible simplemente, no se conoce ningún medio por el cual se pueda romper. Pero se dice que completándola puede tener un poder por igual de maravilloso temible. -
- ¿Completarla? ¿cómo es eso? - le pregunté extrañado sin entender mucho de lo que consistía en si la hoja diamante, aunque si entendí lo de la constitución de los diamantes.

Miraba admirado al rey Roland mientras me explicaba todo lo que consistía la navaja, me llevó a un tronco partido y nos sentamos mientras me decía todas las bondades del arma. El aire soplaba ligeramente mientras los cálidos rayos del sol caían sobre nosotros y nos bendecían con calor de la temporaba fría sobre la que pasabamos.

- Lo sabrás a su tiempo, no te apresures. A lo que voy es que muchas personas somos como esta arma, nacemos y venimos a este mundo como cualquier persona naciendo entre muchos, aunque a pesar de todo nacimos siendo originales pues no hay nadie que se parezca a nosotros aunque las condiciones sobre las que nacemos son las mismas. Pero crecemos y nos vamos forjando un carácter único e irrepetible, además de que nuestras acciones nos van puliendo hasta sacarnos filo, unos crecen con mayor filo que otros pero simplemente porque son preparados para el futuro, ya que nuestra jerarquía social nos pone en diferentes puestos... tu y Themis, ustedes dos llevan una gran responsabilidad cuidando esta arma, y son pequeñas pero afiladas espadas con un alto potencial, el explotarlo al máximo los hará indestructibles porque ambos están destinados para ello, están preparados para cualquier imprevisto futuro...
Si unen fuerzas, serán indestructibles y podrán componer la paz que este continente requiere, les esperan tiempos oscuros pero ambos podrán combatir y vencer, tengo fe de ello. -

Dijo esto último el rey bajando la mirada, seguramente presentía lo que iba de acontecer. Yo solo le miraba extrañado sin saber que decir, después de todo aún era un novato de la vida.

Antes de continuar con su entrenamiento me dijo - Themis es de un carácter fuerte, lo sé porque mi pequeña es tenaz y como ahorita viste se propuso el cargar a Kingeist a pesar de que su peso en relación con el arma no ayuda. Te encargo que en un futuro la cuides mucho, su inteligencia y carácter le pueden provocar problemas... y el explotar ese potencial del lado incorrecto puede crear un caos en su corazón. Te la encargo pequeño Odin. -

Asentí con una sonrisa al rey Roland y exclamando - ¡Lo haré mi lord! -

---------END FLASHBACK-----------

Luego de un rápido recuerdo y de ver como se marchaba, le tomé de la mano y le traje conmigo evitando que entrara. Ella se giró con cara sorprendida hacia mi pero le giré con tal fuerza que le detuve con ambos brazos afianzándola fuertemente a mi para evitar que se golpeara.

Nos quedamos abrazados en ese momento, el mirarle al rostro y todo lo que sentía en ese momento me provocó una reacción extraña, acercándome hacia ella buscando... sus labios.

Me quedé helada, con los ojos completamente abiertos, completamente roja. Sentía como mi corazón latía fuertemente mientras Odin me abrazaba estrechamente. ¿Qué sucedía? Yo... nunca fui muy buena para comprender sentimientos, siempre buscaba retarlo y me encelaba que fuera tan bueno esgrimando la espada... pero, a fin de cuentas, siempre fui feliz al verlo sonreir. El chico se separó de mi lentamente, bajé la mirada. - Bueno... ah... - Odin me miró fijamente. - Me voy a dormir... buenas... buenas noches.

Me encerré en la habitación y me tumbé en la cama. Cerré los ojos, mientras abrazaba la almohada. Esa combinación de sentimientos me invadía de nuevo, con mayor intensidad. Me quedé dormida, en algún momento mientras pensaba en todo lo que había sucedido.

El primer rayo de la mañana me iluminó el rostro, me levanté de golpe, mientras acariciaba mis labios... ¿había sido...? Sonreí mientras me arreglaba y salía de la habitación. Me quedé helada, viendo la habitación de al lado. Miré que nadie viniera y abrí la puerta: el rey peliblanco estaba ahí, dormido. Sonreí mientras cerraba la puerta con cuidado. - Lo siento tanto...

Me di la vuelta y fui a la entrada. Esta vez había una mujer que me dirigió una sonrisa amable. Corrí al establo y abracé a Syn. - Nos... nos vamos a casa, amiga... - La wyvern gruñó mientras me empujaba con su cabeza. - Syn... - Cerré los ojos mientras movía la cabeza. - No... ya ha sido suficiente... debemos encontrar esas perlas... - Las dos salimos del establo y nos dirigimos rumbo al castillo.

Había amanecido... al fin había amanecido, visité la habitación de Themis sin embargo ya no había nadie.

- ¿Y la chica que se había hospedado aquí? - pregunté al encargado, quien me miró extrañado, tal vez porque vería las acciones que tomé con ella.
- Se retiró de madrugada al parecer, ya que yo ni la vi - me contestó.

Opté por entregar la habitación ese mismo día a esa hora, pues no tenía mucho a que quedarme, era solamente un descanso. No animado a quedarme más dije entre mí mismo "si ella regresó a sus actividades, yo tengo que regresar a las mías, debo prevenir que haga algo que ponga en peligro a todo el continente", para lo cual me dirigí hacia la entrada de Loira y tomé dirección rumbo este, todavía faltan varios kilómetros que recorrer hacia Pella...

En mi trayecto pensé un poco en la memoria que había tenido "¿no he cuidado bien de ella verdad, Sir. Roland? necesito enmendar ese problema, y evitar que se ponga en riesgo... algo trama, algo más allá de revivir a sus padres".

El pensar en todo ello me aterraba...